Minería en el País Vasco
Mineral de Hierro en el País Vasco
La zona del País Vasco siempre ha sido codiciada por los distintos pueblos que la habitaron debido a la riqueza de hierro en todas sus formas; Magnetita (75% de hierro), Hematites (70% de hierro), Limonita (60% de hierro),y Siderita (50% de hierro). En el País Vasco abundaban los hematites y carbonatos. La fuerte explotación a la que han sido sometidos los yacimiento, incluso desde la época de los romanos, son la causa de que actualmente se encuentren prácticamente agotados.
Las principales criaderos o yacimientos se localizaban en Bizkaia. Comprendían un área de 6 Km. de anchura (distancia entre Somorrostro y Galdames) por 24 Km. de longitud en dirección Noroeste a Sudeste. También cabe mencionar las minas de Zarátamo, Galdácano y Bedia .El Foco más importante se encuentra en Somorrostro, donde se concentran dos masas de mineral: Triano y Matamoros. Su explotación empieza en 1870 debido a ingenieros ingleses.
Comienzos de la minería
Durante la segunda mitad del a Edad Media el hierro se convirtió en el elemento dinamizador por excelencia de la economía vasca . Su capacidad de generar riqueza quedaba fuera de dudas. Los vínculos de la siderurgia con actividades complementarias brindaban también a éstas la posibilidad de compartir con ella tan lucrativas rentas.
La omnipresencia del hierro en el pulso del país se hacía evidente no sólo en la minería y la forja, también en las labores suscitadas por aquellas. La ferrería apelaba para su funcionamiento a numerosas tareas derivadas. Disponía de una gran capacidad de inducción de empleo. La mayoría de la población se vio implicada en tareas de extracción , elaboración, acarreo, almacenamiento o comercialización tanto de materias primas como de manufacturas.
El impacto económico de la industria ferrona no quedaba, pues, reducida al sector mismo. Sus efectos multiplicadores iban más allá de los talleres y de sus operarios. Sus ramificaciones vertebraron la totalidad del país en un modelo económico de cuyo éxito dependían en última instancia, su propia manutención.
La ocupación laboral de la minería y ferrería daba empleo, fijo o temporal, a un importante porcentaje de la población. Los trabajadores vivían cerca de las minas o de las ferrerías, en casas improvisadas llamadas barracones. Su principal actividad de las ferrerías se desarrollaba entre octubre y mayo. Esto es debido a que las ferrerías que trabajaban el hierro funcionaban a pleno rendimiento y sin descanso en esta época, ya que entre octubre y mayo se daba la mayor cantidad de agua por lluvia, la cual era necesaria para mover los martillos hidráulico de las ferrerías. También es cierto que entre octubre y mayo se daban las mejores condiciones climatológicas para el arduo trabajo en la mina, ya que en pleno verano el calor hacía insoportable el trabajo en la mina, pero aun así el trabajo en la mina no paraba.
Actividad minera = Era continua casi todo el año, pero se triplicaba entre mayo y octubre a causa de la llegada de campesinos que tras cultivar sus tierras, trabajaban en la actividad minera como peones para la obtención de un pequeño salario extra.
Actividad ferrona = Se da entre octubre y mayo de manera continua y sin pausa, debido a que en estos meses la cantidad de lluvia y de agua es mayor, y esta es aprovechada para mover los martillos hidráulicos.
Patrimonio de la Minería
El patrimonio de la minería evidencia la importancia industrial que tuvo la explotación del hierro en Bizkaia y que supuso una transformación brutal del paisaje natural, social y económico del País Vasco. Dentro de este importante patrimonio de la minería en Bizkaia destacan los hornos de calcinación de mineral, las líneas de ferrocarril y líneas aéreas de transporte de mineral por medio de baldes, los planos inclinados y los cargaderos que se encuentran en el mar Cantábrico y la ría del Nervión.
También destacan los edificios construidos para albergar a los mineros, los edificios de oficinas, hospitales mineros y, muy particularmente, las propias minas que, tanto en superficie como en galerías, jalonan toda la geografía de la Zona Minera de Bizkaia constituyendo un paisaje totalmente singular.
Antiguamente la gente que trabajaba en la minería tenía que estar cerca de la mina, por ello se instalaron unos habitáculos denominados barracones. Estos barracones eran casas de dudosa calidad y poca comodidad en las que dormían los trabajadores. Como media los barracones podían albergaban entre 50y 70 trabajadores.
Los sueldos de los trabajadores iban de acuerdo al rango de su oficio y a su oficio. Los oficios eran los siguientes.
Picador: Este oficio consistía en golpear con pico el suelo y las paredes de las montañas para la búsqueda y obtención de los yacimientos o masas de mineral de hierro. Este seguramente fuese el trabajo más duro
Acarreador o transportador: Este oficio consistía en el transporte del mineral de hierro (mena), a un almacén cercano a la mina. Dependiendo de las infraestructuras de la mina, se hacía con vagonetas que iban por raíles o con grandes bolsas que se llevaban a la espalda.
Una vez el mineral estaba en el almacén, éste era llevado a las ferrerías para su elaboración.
Barrenador: Este oficio convertido hoy en día en un deporte, consistía en agujerear el suelo con una barra de hierro o acero, con el fin de introducir cargas explosivas. Esta actividad conllevaba a que se formasen dolorosas ampollas en las manos. Los barrenadores percibían un sueldo mucho mas alto que el de un picador.
Artificiero: Este oficio consistía en colocar y hacer detonar cargar explosivas para poder llegar antes al mineral de hierro. Normalmente los artificieros junto a los barrenadores, abrían camino para que los picadores pudiesen extraer el mineral.
Cada oficio se dividía en rangos:
Ferrerías
Las ferrerías fueron minadas por todo el País Vasco, pero sobre todo en Bizkaia. Muchas de aquellas ferrerías hoy en día se han perdido, pero no obstante quedan algunas que han sido reconstruidas y que simbolizan un vestigio vivo de lo que fueron las ferrerías. Este podría ser el caso de Mirandaola.

En el valle que forma el curso alto del río Urola se encuentra la población de Legazpi, a 58 kilómetros de Donostia-San Sebastián. Es un enclave histórico del denominado "Valle del Hierro", dada su importancia a lo largo de los siglos dentro del sector de la metalurgia, una de las actividades de mayor tradición en todo Euskadi gracias a la abundancia de este mineral en sus montañas.
En 1.338 Legazpi obtuvo un Fuero de Ferrerías y haciendo memoria a ello, se encuentra la Ferrería de Mirandaola. Es la única que se conserva de las siete que existían en este municipio en el siglo XV, si bien se ha constatado su puesta en funcionamiento desde un siglo antes y además ha sido una de las que ha cerrado sus instalaciones más tarde, concretamente en el siglo XIX. Gracias al mecenazgo de D. Patricio Echeverría y Dña. Teresa Aguirre, la ferrería fue restaurada en el año 1.952 y actualmente acoge visitas y da a conocer este modo de trabajo ya desaparecido. En el interior, el primer domingo de cada mes de otoño e invierno y todos los domingos a partir de abril, la instalación es accionada por un molino y podemos verla funcionar. Un ferrón hará además una demostración de tratamiento del hierro que no podemos perdernos. La imagen del hierro candente bajo el enorme martillo que lo golpea y lo moldea según ordenen las manos del ferrón .
Cuenta la leyenda que en el año 1.580, al no respetar los ferrones de Mirandaola el descanso dominical que preceptúa la religión cristiana, en vez de lograr el hierro que esperaban según su trabajo, obtuvieron únicamente una pequeña cruz. En advocación a este milagro se erige la cercana ermita de la Santa Cruz, hasta la cual se celebra una romería a principios de mayo y, tras ello, en memoria de dicho acontecimiento, se pone en funcionamiento la ferrería.